Ayer, una persona de esas que hacen preguntas que no pasan
desapercibidas y que tienen lo suyo para el SER, me preguntó: “tú recuerdas
cómo es que llevabas los cuadernos al colegio cuando niño?”. En ese momento mi
mente viajó al instante, y por alguna razón se detuvo cuando iniciaba mi sexto
año básico. A saber: yo cumplo año en marzo, y en ese momento recién había
cumplido 10 años (yap, ok, era el año ’80, y qué tanto?! Ah?!, echen las
cuentas! ;) el caso es que recuerdo que mis papás me habían regalado un reloj
pulsera para mi cumpleaños (es que antes la hora se veía en el reloj, no en el
celu como ahora jajaja). Bueno, el caso es que yo tenía un bolsón para ir al
colegio (al que me iba caminando), era medio rojo-burdeo, era grande para mi
estatura de aquel entonces… y tenía un olor muy intenso como a cuero no lo sé
bien… pero era bakán porque a ratos yo lo olía y era hum.. cómo decirlo… era
rico el olor, poh! Jajajaja.. Bueno aquí
viene una anécdota de la cual nos reíamos mucho con mis papás (cada vez que nos
acordábamos): como estaba recién echándose a andar el año y por los “guardijos”
propios que se llevan a cabo de un año para otro, mi bolsón éste, estaba
extraviado y tenía que ir con mis cuadernos en una bolsa de nylon los primeros
días al colegio… pero claro… el perla iba con un bakán reloj nuevo a la muñeca
jajajajaja…
Bueno, me quedé por la tarde dándole vueltas a esos años, y
fue entrete, porque recordaba por ejemplo, mis vueltas a casa desde el colegio.
Había calor aún en ese marzo, era un marzo con mucho olor a verano aún y recuerdo
que había incendios forestales cerca de mi Villarrica y el humo que se oponía
al sol, tornaba el paisaje amarillento anaranjado… con calor y un olor especial
que invadía todos los ambientes: humo!. Caminaba mirándolo todo, reparaba en la
forma de las nubes que se veían raras y entremezcladas con el humo. Recuerdo
pájaros, bandadas de pájaros que ya no veo a día de hoy… (que lata eso).
Recuerdo que al llegar a casa normalmente mi mamá me estaba esperando en la
puerta, entraba y mi papá trabajando escuchaba radio…; en realidad eran buenos
días!.
En el colegio ocurría algo raro eso sí. Tenía compañeros de
curso muy mayores respecto a mí. Es decir, yo tenía 10 años (estaba en sexto) pero
tenía compañeros que ya habían vuelto del servicio militar, cuando el servicio
se hacía por casi 2 años en Punta Arenas, o sea!... mucha diferencia de edad!.
Pero curiosamente las cosas pintaban normal. Recuerdo que cuando había
problemas entre los “machos jóvenes” se arreglaban los viernes a la salida del
colegio, como cerca de la Parroquia San Francisco (estaba yo en la Escuela Pucara
en mi Villarrica, hoy ya no tiene ese nombre) ahí había pasto y un espacio
suficiente como para recibir la concurrencia que presenciaría la pelea a puños
y que paraba cuando uno de los dos machos-jóvenes ya mostraba que no quería
seguir. Hubo algunas realmente muy buenas, de antología! Jajajaja, eso sí: eran
como de caballeros; onda, sin ningún tipo de arma blanca: “Uuyy!!!! ¡¡¡que eran
violentos!!!!” naaa!, las cosas eran así. Se peleaba, no todas las semanas,
claro que no. Pero luego de ello, nadie reclamaba y todo volvía a lo normal.
Nadie acusaba de que en el colegio había bulling, nadie andaba metido en el
sicólogo ni con apoyo especial de sicopedagogos, ni se le adaptaban pruebas, ni
se tomaba medicamento alguno para…, bueno da igual!, para lo que sea!. Pese a
todo, recuerdo que por esos tiempos se podía cruzar la ciudad de punta a cabo
sin temor alguno a que alguien te asalte y te pueda llegar a matar por un par
de puchos!.
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